¿Te has dado cuenta de cuántas relaciones tenemos? Parejas, hijos, familia, amigos, iglesias, trabajo, aficiones o incluso otras más efímeras con un camarero, un repartidor, un vendedor que llama… ¡Todo eso para gestionar en un solo día! Muchas tensiones y frustraciones pueden surgir de las distintas relaciones que mantenemos a lo largo del día. Ante esto, puede resultarnos difícil sobrellevar y gestionar todo. He perdido la cuenta del número de frustraciones, lesiones y relaciones dañadas (puntuales o no). Estos errores, frustraciones, heridas y experiencias me han enseñado mucho sobre la gestión de las relaciones. He aprendido a desarrollar una dinámica de relaciones holística: cómo gestionar mis relaciones para que estén bien coordinadas y en sintonía con lo que necesito. En esta serie de 7 artículos, voy a compartir contigo algunas claves para transformar tus relaciones de modo que sean equilibradas y sinérgicas. Tu percepción de la relación y de la otra persona tiene un impacto directo e importante en tus relaciones. Para mantener buenas relaciones, necesitas curar tus heridas, porque una persona herida hace daño. Como seres humanos, tenemos diferentes esferas en torno a las cuales se organiza nuestra vida y que interfieren entre sí. Para un enfoque holístico, necesitas establecer una dinámica de relaciones equilibrada con prioridades ordenadas de la más importante a la menos importante en función de las consecuencias perjudiciales si se descuidan. Éstas son las distintas esferas que podemos mencionar: Espiritual: Se refiere a la relación de la persona con Dios, y debemos tener cuidado de distinguir entre Dios y la Iglesia. También encontramos aquí la relación con uno mismo.
Si no cuidas de ti mismo, no podrás cuidar de los demás durante mucho tiempo. Familiar: aquí hablamos de la pareja, los hijos, los padres y otros miembros de la familia natural, pero también de la familia espiritual, la iglesia.

Profesional: en esta categoría se incluyen las relaciones vinculadas al trabajo o al ministerio de una persona. Amigos: en esta categoría se incluyen los amigos íntimos. Efímero: en esta categoría se incluyen todas las relaciones que tenemos que duran poco o que no necesariamente volvemos a ver. Por ejemplo, la persona que te dio las gracias por dejarla pasar delante de ti en la caja, o la persona a la que agradeciste que te diera indicaciones, etc. Todas estas esferas están entrelazadas. Para desarrollar una dinámica sana y equilibrada en tus relaciones, tienes que tratar a cada una de ellas con el cuidado que requiere y según un orden de prioridad bien establecido: 1. Dios: tu relación con Dios te permitirá sentirte bien, obtener respuestas, desarrollar una actitud sana, pero sobre todo tener presente que una relación es ante todo una bendición. En el mundo en que vivimos, no siempre es fácil recordar esto debido a los horrores de los que somos testigos. Dios ama a todo el mundo como si fuera la persona más importante.

Sabe recordarnos nuestro valor y el de los demás, pero también sabe orientarnos hacia planes de paz y felicidad. Dios nos lleva a llegar a los demás allí donde están. 2. La familia: tu familia es tu segunda prioridad. Más concretamente, tu pareja es tu segunda prioridad. Los hijos ocupan el tercer lugar. Explicaremos esto con más detalle en el próximo artículo. 3. Iglesia/trabajo: aquí es donde entra en juego la primera dualidad. La distribución del tiempo debe equilibrarse en función de tu vocación, es decir, ¿dónde estás llamado a influir y hacer brillar la gloria de Dios? 4. Amigos / Familia (fuera del núcleo): los amigos son una parte importante de nuestra vida, e incluso veremos que forman parte de un círculo esencial. La familia, también fuera del núcleo, es un apoyo importante (¿qué quieres decir?) 5. Efímero: a menudo se ignora esta categoría y nos decimos que no importa porque ya no los vemos, pero todo lo que siembres, lo recogerás. Si realmente quieres tener buenas relaciones, tienes que aprender a ver a cada persona como una bendición, como una persona del máximo valor. La mayoría de las personas encuentran dificultades en el ámbito de las relaciones porque no respetan estas prioridades, y muy pronto se encuentran con frustraciones propias o ajenas. Resolverlas siempre es posible, pero nunca sin consecuencias. Depende de cada persona decidir si prefiere pasar su vida construyendo o reparando. En nuestro próximo Boletín, veremos algunas de las claves de una pareja sana. Para no perdértelo, suscríbete haciendo clic en “Me suscribo” al final de este artículo. También puedes seguirnos y compartir este artículo en nuestras redes sociales: Facebook, Twitter, Instagram y LinkedIn, para estar al día de nuestras últimas noticias.

Hasta pronto, ¡eres maravillosa! Joachim Fontaine Coach | Consultor | Formador

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