Hola, ¿para qué sirven los semáforos? Una pregunta extraña. Pero pronto verás a dónde quiero llegar… Hay varias respuestas posibles a esta pregunta. Algunos pensarán: “para protegernos del peligro”; otros: “para regular el tráfico”; otros: “para molestarnos”. Se pueden escuchar todas estas respuestas, pero al final, un semáforo es ante todo, y simplemente, una información que se recibe. El Código de la Circulación establece que cuando hay un semáforo, puedes pasar si está en verde; reducir la velocidad y detenerte a menos que haya riesgo de accidente o seguridad suficiente si está en ámbar, y debes detenerte si está en rojo. Una vez recibida la información, tomamos las medidas necesarias para entrar en acción y asegurarnos de que atravesamos el cruce en las condiciones más seguras posibles. Lo mismo ocurre con nuestras emociones. Las emociones son, ante todo, información. Lo más importante no es la emoción en sí. Miedo, confianza, tristeza, alegría, fastidio, paz, asco, admiración… Sea cual sea la emoción, lo más importante es lo que dice y lo que significa para ti. Es un mensaje que se te envía para alertarte de algo. Esta información está directamente vinculada a tu diccionario interno (tu diccionario de interpretación) y su interpretación es única para ti. Por tanto, sólo tú puedes identificar lo que significa para ti. En lo que respecta a las emociones, hay algo importante que debes saber y recordar: ¡las emociones son neutras! Esto significa que no hay emociones buenas ni malas, a diferencia de los pensamientos, y que ninguna de ellas está reservada a un género concreto. Por otra parte, si una emoción es neutra, su expresión no lo es. No eres responsable de la emoción que sientes, pero sí de lo que haces con ella. Tomemos dos emociones como ejemplo: Ira: la ira es información, expresa sensibilidad hacia algo, una causa o un interés particular. Cada uno la sentirá en situaciones diferentes, dependiendo de nuestra personalidad y de nuestro corazón. Sin embargo, una vez que sientes ira, puedes elegir. Puedes expresar tu ira de forma sana, buscando el motivo y provocando un cambio en la situación que te irrita. O puedes seguir explotando o implosionando de ira, y ser así un factor destructivo al causar más daño a tu alrededor. Opresión: Sólo voy a compartir un ejemplo propio -el diccionario que mejor conozco es, de hecho, el mío-. Cuando me siento oprimido en una situación, sé que generalmente existen dos posibilidades para mí: una posición necesaria (confrontación) o una situación (ambiente) de la que debo escapar. Esto se aplica a todas las emociones. Cada emoción es una información que puede agobiarte e impedirte avanzar, llevándote a pensar sólo en ella o a actuar en una dirección determinada.
Para identificar el indicio, analiza cada situación en la que sientas esta emoción y encuentra el denominador común. ¿Qué ocurrió en todas esas situaciones que provocaron esta emoción? Para que te resulte más fácil analizar tus emociones y descifrar tu diccionario, concéntrate primero en las emociones primarias. Emociones directamente vinculadas a una reacción externa. Estar en sintonía con tus emociones te ayudará a conocerte mejor, pero sobre todo te ayudará a gestionar tu vida de un modo más saludable. Gestionando adecuadamente tus emociones, podrás orientar tus velas en la dirección correcta. Puede que el viento sople, pero depende de nosotros decidir si queremos dejar que nos arrastre o utilizarlo para que nos ayude a llegar adonde queremos ir. En nuestro próximo boletín veremos los distintos tipos de emoción y cómo interpretarlos. Para asegurarte de que no te lo pierdes, asegúrate de suscribirte haciendo clic en “Me suscribo” al final de este artículo. También puedes seguirnos y compartir este artículo en nuestras redes sociales: Facebook, Twitter, Instagram y LinkedIn, para estar al día de nuestras últimas novedades.
Hasta pronto, ¡eres maravilloso!
Joachim Fontaine Entrenador | Consultor | Formador